pare. sin una gota de preocupacion tome mis manos. tantie mi pecho y roce mis ojos secandolos del sudor. era la resurreccion. ante mis pies, un pequeño hombrecito de cabelleras blancas como la retina de mis ojos. su presencia era colosal. abrumador. asi fue que comence a cuestionarme. pasamos varios segundos acribillandonos con miradas hostiles. un golpe seco quebro el silencio. otro golpe seco. desplomado en el pasto, su vestimenta se mezclaba con el verde suelo. su presencia se tiño de rojo. no hubo razon. no la busque. corri de nuevo.
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